miércoles, 25 de enero de 2012

RUTA A LOS CANCHOS DEL VADILLO


El día comenzó con una expectativa especial  por parte de todos debido a la ruta que íbamos hacer, expectativa que se vió totalmente confirmada al llegar a nuestro destino.

Nuestra ruta comienza en la población de Castañar de Ibor, debido a la lejanía lo conveniente es ir en coche todoterreno hasta donde nos lo permite la ruta. Tomamos la carretera dirección Navalmoral de la Mata (EX-118) deviándonos a unos 6, 9 km. del pueblo y justo antes de una curva muy cerrada de la carretera (kilómetro 35,900) por el camino de los Polvizares(ver plano adjunto).

Una  vez que tomamos este camino abandonamos el valle del Ibor dirigiendonos hacia la Raña de la Laguna, divisando a los pocos metros de entrar en el camino el punto geodésico situado en el Cerro de los Machos, a 797  m. de altitud sobre el nivel de mar. 

Durante practicámente todo el camino hasta llegar a nuestro destino atravesamos zonas de cultivo de olivar, tan común en toda la comarca, pero especialmente en Castañar de Ibor, que basa gran parte de su economia en este cultivo. Sorprendente ver olivares plantados en terrenos muy pedregosos de la ladera de las rañas, fácil de entender el duro trabajo que supone para los vecinos la recogida del fruto en estas condiciones y muy difícil de entender el escaso valor de estos productos de tanta calidad en el mercado.

Merecen la pena también las vistas hacia  la  zona de Fuente Santa a la izquierda y hacía la Umbría de Porrinas a la derecha.

El camino comienza a subir hacia la Raña de la Laguna. Creemos que el  nombre de esta raña puede estar relacionado con humedales o encharcamientos producidos en la parte alta y más llana de estas formaciones geológicas, favorecidos por la abundancia de material  arcilloso que retiene el agua facilmente. Sabemos que en otras rañas como la de Dos Hermanas en Alía había zonas encharcadas permanentemente que se desaguaron en la época de la posguerra para poder sembrarlas.

Una vez en la parte alta de la raña observamos de nuevo extensos campos de olivar y zonas de llanura que se han aprovechado para la siembra de cereal. Asombra, como siempre que se está en la parte alta de una raña, la horizontalidad del suelo contrastando con las elevaciones del terreno  que la rodea.

Seguimos camino hacía el final de la raña encontrándonos a nuestro paso varias majadas abandonadas y eras que nos cuentan el pasado cerealista de la zona.

Cuando de nuevo comenzamos a bajar, dejamos el coche para tomar, unos metros más adelante, un cortafuegos o raya forestal de bastante pendiente que baja hasta la parte alta de los espectaculares Canchos del Vadillo que caen en picado y en vertical al rio Gualija. Increible y desconocido (a excepcíon de los habitantes del entorno) paraje natural fruto del encajonamiento del río en esa zona y de la presencia del espectacular farallón vertical de cuarcita que se extiende ¡¡¡720 m.!!! a lo largo del curso  del río y ¡¡¡90 m.!!! en vertical desde el mismo. (¿¿¿PRÓXIMO GEOSITIO Nº 45???).
La espectacularidad de la zona se ve reforzada por la existencia de numerosos nidos de buitre leonado y probablemente alimoche, buho real y, debido a la dificultad de acceso y a la espesura de la vegetación, también de cigüeña negra. Llama la atención el hecho de que los buitres leonados se encuentren ya en periodo de incubación de huevos y que incluso avistáramos con el telescopio un pollo nacido. Este hecho hizo que estuviéramos en la zona el menor tiempo posible para no molestar a las aves y que recomendemos que no se visite la misma hasta pasados unos meses.

Destaca en la  ladera de solana la presencia de numerosos pies de acebuche, mezclados con encinas y enebros. En la ladera de umbría destaca la presencia de espeso bosque mediterráneo con especies como  madroños, alcornoques, durillo, romero, etc. En el bosque de ribera aparece mayoritariamente aliso, fresno y sáuce y pudimos observar rastros de la presencia de nutrias.

Buitre incubando. Foto a través de telescopio.
Cuenta la tradición popular de Castañar que a esta zona del río Gualija se iba a pescar para la posterior celebración del convite de las bodas. Se aprecia en las fotografías como antiguamente había majadas en la orilla del río y rebaños de cabras que según cuentan también los vecinos del pueblo se cobijaban en cuevas que hay en la parte baja de los canchos. Actualmente los caminos hacia estas majadas están perdidos o abandonados. Otra leyenda que hemos podido oir es que había veces en que las cabras intentaban bajar por los canchos y en ocasiones no podían seguir ni hacia abajo ni hacía arriba y era preciso subirlas con cuerdas (¿¿¿cabra-rappel???).
A la vuelta, una vez subida de nuevo la raya forestal y puesto que se había despejado la niebla hacia el norte, observamos con nitidez el río Tajo.

Puesto que hoy ya no tenemos tiempo, el próximo día añadiremos en este artículo el origen y formación de las rañas.



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